16 nov 2009

Amarylis en la ciudad desierta


“Y a favor de las cegueras que calculó el Abismo,

se destapa la olla por abajo

y el cielo, arriba, obstruye las acequias.”


El Poema de Robot – Leopoldo Marechal



Fukuyama debe estar llorando todo meado, vomitado y apunto de cagarse encima. Alguien dispara y del otro lado, alguien vocifera, el frente no se que se las da duro en medio de un pantano. Mientras tanto, acá no muy lejos, alguien cree que se puede confeccionar una voz generacional que se apresta a nacer, recuperar la palabra a través de la acción, recuperando el sentido de la palabra acción y no una mimesis gloriosa de su significante. Alguien me dice por lo bajo, dale que se puede, yo repito, dale que se puede. Algún trasnochado habla del setenta como ayer, yo pregunto, ¿no fue ayer?, es que en el medio se dedicaron a bailar bajo la lluvia de la idea del derrame, y se ve que coquetearon con el mismísimo derrame de palabras vacías, copia y calco de una generación acribillada, pero ahora mejor, no es necesario refrendar la palabra con la acción. Copiar y pegar, en otro momento, plagio necesario para ser aceptado, más vale repetir que inventar, total, cuando se repite se escapa al fracaso. Por las dudas, la mismísima década del noventa nos dejo una enseñanza, nadie dijo nada allá atrás, ahora todos es más fácil, mientras viajan de Feria del Libro a Feria del Libro, de aulas mugrientas de Academias mugrientas a aulas pulcras de Academias pseudopulcras, hablando con voces sucias y repetitivas, acá abajo el sonido ensordecedor del paseante se vuelve un espectáculo. Sacar y meter es la lógica perversa de los plagiarios. El falo absurdo de Aira y su reloaded tragicomedia de Osvaldo Lamborghini, el ex repositor de Coto y ahora voz de la nueva narrativa Argentina Cucurto y sus plagios constantes de Zelarrayan, pero incapacitado de hacer algo mas demencial que repositor, en fin, parodia de la escritura y de la vida, repositor de mercaderías en el Coto y repositor de novelitas naifs en las librerías, reinventando un género que ya había sido liquidado y dado de baja por sus mentores, todos sidosos o a punto de serlo, neoneoneorealismo atolondrado, o mejor, neorrealismo Areniano. Amantes de las novelas fast-food, bien a tono a la lógica Mc Condiana que les dio vida, novelas rápidas, simples, sin mensaje y a la basura. Por abajo otro idea, otro margen, otro vinculo. La poesía y la narrativa contemporánea tan cercana a la muerte, a la esperanza y la rotura total de los caños de agua de plástico blanco que almacenan cierto saber. Por debajo de ellos, una horda inalcanzable de topos, hombres y mujeres armadas con palabras y llevando sus libros entre sus nudillos, preparados para todo y para nada. En fin, donde está la nada, hay una parte del todo. Estética barrial arriba, estética global abajo, arriba resistencia mediática para la “fiesta kisch” neoliberal, abajo estética global de la repetición de un mismo mensaje para un mismo receptor. Ya no vibran las palabras al ritmo del diapasón del deseo sino más bien a esa falta de deseo, promiscuidad aludida en una página siniestra de la historia. Ya no mas Sade, ni Lautremont, ni mascaras vanguardistas para un mundo de espejos que repiten transferencias. Mensajes de ceros (0) y unos (1), en su propia codificación binaria atomizada. Abajo voces, arriba ecos de ayer, abajo voces que gritan el espanto, arriba un Falcón verde a lo Bruzzone y abajo una horda indisciplina que supura por sus heridas. Recuperar un sueño en Random House Mondadori o hablar de villeros y negros en Emece, parece Kisch y aceptable para la racista y modesta clase media Argentina. Abajo se diluye otra perspectiva, una voz que cruza a todos como un látigo, que los marca a fuego. Arriba tomar una birra en la esquina y escribir sobre tu calle, la que viste nacer y que no te diste cuenta que murió antes que vos, es por eso, que la narrativa actual, va por abajo, minando las calles, los barrios de la estética simple y sin mas metamensaje que la repetición cómica de la vida, por abajo se juega todo, es decir, no se juega un carajo, porque no hay enemigo, porque no hay academia, porque no hay consagrados, las clases altas ya no necesitan todo eso, ni poetas, ni consagrados, ni premios que repartir para demostrar su saber, ni academias para que lo adulen, es que hace tiempo se convirtieron en analfabetos culturales, como mucho, comprar un cuadrito de Kuitca o mirar la ultima de Almodóvar, de ultima, con eso alcanza para ser culto. El camino evidentemente es más oscuro de lo que parece, entre tanto bullicio y su contrapartida mucho silencio, acá abajo se camina a los tumbos, no hay mecenas ni redentores, solo profetas sacados del desierto de Atacama. Jóvenes golpeando paredes para sacar fuego de las mismas, mientras afuera llueve acá hace rato que se inundo todo.

Jeremías Maggi – Noviembre 2009

15 nov 2009

La turba




Te miran y supones que te miran
creíste verlos
como si fuesen dignos mirlos
al sol
viste la turba
venir de algún lado
detenerse a mirar el partido
al frente de la vidriera sobre la Avenida
la turba paro el quilombo
por el simple hecho de hacerlo
viste que el sol
crecía torcido
y vos creíste que era una ilusión
te miraste las manos
viste las lineas
y creíste
poder decir
que ya no había mucho para decir
la turba miraba el partido
pero a quien le importa
vos pensaste y te diste cuenta que te habían llenado
creíste poder seguirla
unas cuantas cuadras mas
en tu departamento sobre Revivía
viste el eclipse del poema robot
ahí crecer como una Adán
como una Eva
como una no se sabe que
pero sabes
que la turba baja
y crece
y canta
y estalla
todo turba estalla
la turba que copa
la parada de bondi
la plaza y la calle
la turba
esa turba que vos viste y que despues copo Ezeiza
esa turba que no deja extrañezas
esa turba que sueña y quiere
la bicicleta
el aguinaldo
y las gallinas
copando las paradas de bondi
copando todos los postes
todos los lados
y vos la viste
desde allá arriba
y bajaste
porque había que bajar me dijiste
y yo pensé
que te referías a descender los tres pisos del departamento
y no
era bajar de verdad
hacerse turba por una vez en la vida
ser turba para siempre
en medio de los rayos
del agua y de las palmeras
en medio de cualquier lugar
metiéndose como si nada
en medio
del puente
de la turba que revolea
piedras
que turba,

22 oct 2009

El viejo Oswald (segunda parte)

El viejo Oswald estaba sentado fumando un pucho cuando se le acerco el hijo de Octavio. “Dice mi papa si mas tarde te podes dar una vuelta por casa”, más que forma de pregunta la frase se matizo con algo de orden, había que darse, nada más que Juancito, la matizo con su niñez. Oswald acento con la cabeza, miro el cielo completamente azul y como recostado en los andes, pensó en los escasos animales de esa tierra y fijo la mirada en uno de los picos nevados. “Si pudiera volar me iría para allá, aunque sea para congelarme”. En una habitación media oscura Octavio ayudado por la luz de una lámpara de kerosene corregías las hojas del primer número. “Este alemán bruto escribe como el culo”, pero nadie lo escucho, levanto la vista y miro la luna, ahí tranquila con cara de aburrida. “Si pudiera volar me iría para allá, aunque sea para congelarme”. Lo que ninguno de los dos sabían era que pesaban lo mismo, ambos querían escapar de la locura que genera el desierto en las mentes extranjeras. Cuando se encontraron mucho no tenían para decirse, Oswald venía con la mochila armada. Adentro un pullover deshilachado, una cantimplora, dos libros de poesía, uno de Huidobro y otro de Pizarnik, “lo necesario para congelarse en esas nieves”. El sol solo es compañía cuando las luces de la noche se asemejan al pasado, ahí solas, brillantes. Oswald salió sin el sol, solo chocando matorrales estúpidos que crecen en medio del desierto, camino unas cuantas horas hasta que el día alcanzo sus pasos y tomo su ritmo. La primer noche la paso tirado en el suelo helado mirando las estrellas y la luna, intento recitar algunas poesías que había intentado memorizar al anochecer mientras prendía un diminuto fuego como si así pudiese espantar todos sus males. Pensó durante un rato en el primer número, en los escuetos dibujos del Jimarillo Andino, notable pintor del Atacama pero con escazas chances de superar los límites del mismo. Por la mañana desayuno unos huevos que había resguardado dentro del pullover, escribió unas poesías sobre la inmensidad y otras sandeces que le pasan a uno en medio de la nada. Después se quedo mirando como el viento golpeaba los cerros y mas al fondo, esa nieve, “la que te congela con solo mirarla, la poesía es así, fría como la mierda”, y se largo a caminar unos cuantos quilómetros más en dirección a la montaña nevada, pensó en el Kilimanjaro y ese cuento de Hemingway, existiría allí también un bicho congelado para glorificar o solo serian nieves impolutas, limpias, vacías, “así como el desierto, que mierda, se parece tanto al vacio que siento rabia”. En fin siguió unos cuantos días mas y no sé muy bien si llego o no, mucho ya no importa, Oswald nunca más se lo vio por el pueblo, tal vez ahora sea él el que hay que ir a adorar o darle ofrendas para que no estalle, “como si la poesía fuese un volcán, un volcán del orto”, me dijo antes de irse, creo en algo tenía razón, acá en Atacama el vacio da duro.


Aun en la penumbra sigo siendo el mismo... la voz oculta en los pliegues verdes...

21 oct 2009

El viejo Oswald


El cielo estaba negro, al igual que cualquiera de los pedazos de tierra que comparten dicha latitud. Las estrellas acá no marcan ningún rumbo, ningún destino, acá no hay navegantes que necesiten de las mismas, acá solo hay mineros que ya ni recuerdan el rugido del mar por las noches. Sólo el frio se vuelve común a todas las manos curtidas y lastimadas por el tiempo y todas esas cosas que lastiman. Ese frio como espinas, que te da duro y que se te clava ahí nomas, en medio de los nudillos. La pieza está casi vacía, sólo sillas apiladas en algún rincón de por ahí. Pero en medio del desierto nadie confunde nada con nada, todos saben bien un poco de todo. A lo lejos se escuchan algunas risas que parecen grabadas en algún formato especial. En total suman diez, un poco mucho para un comité editorial de una revista de poesía en medio del desierto de Atacama. Ya eran cuatro, el número justo para empezar con las anécdotas, siguiendo las reglas del anecdotario, solo alcanza con tres y él que la cuenta para que una anécdota sea tomada por verdad. Así empezó Oswald. Contó el origen de sus cicatrices en las manos y en los pies, origen relacionado primero con su oficio de cavador de trincheras durante la Primera Guerra Mundial y después cavador de fosas comunes, mientras se pasaba los dedos por sus bigotes rubios insistía diciendo, “después vinieron los nazis y cagaron todo, todo de todo, ahora los alemanes no son más que unas ratas racistas para el resto del mundo” y como si fuese un soplo, “para el resto del mundo”, su bigote manchado por la nicotina, su cuerpo enorme que se movía como si todavía sintiera la pala en sus manos, como si todavía sintiera el barro helado en su botas en algún lugar del frente. Todos escuchaban con atención y alguno que otro se le escapo una de esas lagrimas espesas, que caen como el sueño a la noche. El resto del grupo llego un poco más tarde, las charlas habían derivado en diferentes anécdotas sobre poetas alemanes y soviéticos revoleándose poemas de trinchera a trinchera en la puerta de Leningrado. El Comité ya estaba armado, los diez integrantes se preparaban para seleccionar las poesías y dibujos que compondrían la primera revista de poesía del amplio desierto de Atacama, el nombre de mas esta decir no tiene que ver con los mineros, ni siquiera con la poesía o la pintura de moda. Átame a la Cama. A quien se le ocurrió, nadie lo sabe, tal vez a alguno de esas piltrafas que vinieron durante un tiempo y después desaparecieron como tragados por los pozos o los aires primaverales de la costa. En el desierto nadie queda durante el verano, todos corren desesperados en busca de un poco de aire para no se sabe que mierda. El primer número estaría dedicado, supuestamente, todas las revistas de poesías siempre son suposiciones, nunca llegan a buen término, incluso, aquellas que mas duran. Como les decía, el primer número, estaría dedicado a la poesía de trinchera, “los mineros tienen mucho de cavadores de trincheras, y la poesía es también una fosa que da miedo, ahí en el fondo adonde nadie quiere ir, porque las fosas están repletas de demonios, por eso el poeta cava fosas, así se vuelve valiente, se imagina en una trinchera pero llena de demonios”, de esta manera, Oswald, solía resumir la idea del primer número, el resto, solía acordar con la mirada, una tras otra parecían parte del ejercito de terracota chino. Oswald sacaba del morral una vieja revista de poesía mexicana, Diálogos, la tapa verde con algunos dibujos escuetos, un diseño minimalista y unos grandes colaboradores, Pizarnik, Bretch, Sontag, Cardenal y otros, “aunque con esos cualquier cosa hubiese salido bien, incluso un robo a un banco o un ejército de fantasmas, cualquier cosa”, aunque ninguno de los nueve mineros tenía idea de quienes eran los que había nombrado el alemán, todos estaban convencidos de que era gente que valía la pena, o al menos, así parecía en la voz de Oswald. “El silencio siempre es demoledor”, la dejo picando Octavio antes de deslizarse entre las sillas, y dejar su propia sombra un rato, ahí sola, sobre una de las paredes, Octavio desapareció por la puerta y poco a poco, uno a uno, fueron escurriéndose por la puerta, ahí nomas, se fueron yendo cada cual acompañado a su manera.

Jeremías. Octubre 2009

19 oct 2009

Pesebre trust

Llega la mística fecha del nacimiento del nuevo rey
el pesebre neoflogger
invento de la modernidad
herencia oportuna de la edad media
Papa Noel cocalizado
en su reloaded lógica cocaloniana
pesebres
neoindigenistas colonizados
chinecitos funebreros
o Jesús bailecito flogger
con su respectiva Virgencita con top y minifalda
pesebre ascensor
megacueva de unos cuantos pisos
con escaleras mecánicas para las cabras y chivos
música China a la moda del nuevo gigante
o narcorridos mexicanos
para darle una mística planetaria
el Cristo programador de redes
carpienteareando la red
posteando sus andanzas en Twitter o Facebook
curando cataratas a la cubana
o cegueras al estilo Norteamericano
resucitado en pantalla liquida de plasma
o volteando gobiernos
con la maxim de la ley
la familia, la iglesia y el progreso
pesebres pobres para pobres
pesebre ricos para ricos
con su Lange Rover estacionada en la puerta
en una cueva neobancarizada
pesebre trust bancario
pesebre fideicomiso sojero
rodeado de soja y cosechadoras John Deere o New Holland
pesebre coyote mexicano
la Guadalupita incluida por el mismo precio
pesebre Fátima
los tres nenes visionarios aparte
el aborto incluido
pesebres neoromanos
los putos abstenerse.

17 oct 2009

Preferiría no conocerte DIA (segunda parte)



Siguiendo algunos consejos recordé algunos sueños, que ayer, bajo efectos de la cerveza fueron varios, recuerdo en especial uno que me dio demasiado miedo, veía a mi novia amamantando a un bebe totalmente chico y pálido, blanco como la nieve, cuando le preguntaba si el bebe vivía me respondía que no, me levante de un saque como poseído, pensé en ir a la maquina y poner un poco de música para escapar al susto y a la angustia. Se me ocurrieron tantas otras cosas hasta que se me pasaron las ganas y me dormí. Recordé por la mañana una canción de Onda vaga que había escuchado en vivo en Ciudad Konex, las baje y la puse, en una partecita dice: "tu soledad es como la mía", me di cuenta que gran parte de la canción es naif y cursi, incluso esa frase es la mas cursi pero que entraña algo de verdad, al despertarme de dicho sueño me sentí solo, ahí en la cama, rodeado de demonios que desfilaban y por lo tanto sentía un terror extraño para abrir los ojos. Por eso me mantuve con la cara apoyada en la almohada pensando las alternativas, la mejor, salir corriendo, pero cuando la soledad se pasea en nuestro cuerpo, salir corriendo es imposible, me sentía débil ahí solo en la cama, del otro, todos de todos paseándose. Después soñé varias cosas que ya no recuerde, seguí el consejo por la mitad, no anote mis sueños, todavía no me puedo acostumbrar a soñar, antes no soñaba, ahora veo de todo, cuerpos, viajes, lugares a los que nunca fui, gente que nunca vi, y así podría seguir... mucho no importa. Por la mañana mientras daba vuelta en la cama esperando que alguien genera algún incomodo ruido cosa que tenga que forzarme a levantarme (cosa que sucedió pero mucho mas tarde de lo previsto, cosa que tampoco me importo), pensaba en esos lugares comunes donde cae muchas veces la poesía contemporánea, esos lugares comunes en los que yo también caigo, es imposible no caer en ellos, así que es imposible que no crezca maleza en medio de las plantas, simplemente hay que trabajar para sacar esa maleza de los poemas. Me puse a acordar de algunas cosas extrañas, como aquella vez que me volví de un bar donde corría mas droga que bebidas en medio de una tormenta asquerosa tomando una cerveza, en patas y solamente con una camisita a lunares que había rescatado en algún lugar de la costa. Pensé si la poesía contemporánea no tiene mucho de esas lluvias extrañas de los últimos tiempos, muchos son gotas pero pocos se animan a esos estruendos de sonidos y luz que nosotros llamamos como rayos y relámpagos, cuantos solo quieren ser gotas en un lugar donde ser gota es reproducir al resto, y cuantos quieren dar luz en medio de las tormentas mas horrendas, como diría Paredes, algunos quisieron bajar la poesía del Olimpo, en cambio, nosotros queremos construir Olimpos en llamas en estas ciudades en llamas en esta Latinoamérica en llamas, en fin, saltar sobre esas llamas de nuestros Olimpos terrenales. (al menos dice algo así, no lo recuerdo de memoria). Creo en fin, cuantos estamos dispuestos a ser esos rayos y relámpagos para dar luz en la oscuridad de la sobrevivencia neoliberal... Demasiados retos para uno solo.


JM. Octubre 2009