En un libro de Biología leí algo sobre la erradicación del clavel del aire (Tillandsia aeranthos) que es una especie de plaga que crece en las ramas de los arboles. En la lista de mi madre figura también: Regar los arboles del campo, llamar a Pandirallo para que fumigue el campo en tiempo y forma, desmalezar los arbustos y limpiar los arboles de la puerta del clavel del aire. Mi hermano no hizo nada de eso, por mi parte, solo me limite a limpiar los arboles de la calle. Al campo no fui, me queda lejos, unos treinta o cuarenta kilómetros en el mejor de los casos, en el peor, unos setenta. A Pandirallo no lo llame porque no tengo el teléfono, y a decir verdad, mucho no me interesa hablar sobre posibles plagas en el cultivo de la soja o el maíz, depende cuanto llueva. Mi hermano tiene arriba de su escritorio dos libros sobre las plagas de la soja. La mayoría son bichos, como la Oruga medidora (Rachiplusia un), las conocidas Chinches (Nezara viridula ), (Piezodorus guildinii), (Dichelops furcatus) o el barrenador menor (Elasmopalpus lignosellus) y el barrrenador del brote de la soja (Epinotia aporema). Me divierte mirar los dibujos, son todas orugas que bien podrían servirse fritas en platos chinos.
Suena de nuevo el timbre, miro por la ventana y es el mismo hombre con necesidad de hablar. Salgo a la puerta y me pregunta si pasan rapidos los colectivos. Le respondo que si, aunque no tengo idea. Nunca me los tomo, parecen colectivos heredados de Cuba quien a su vez los heredo de la ex- URRS quien a su vez trasnformo camiones de la Segunda Guerra Mundial en colectivos. Me cuenta que viene de lejos, de un barrio a unos diez kilómetros de Zarate, un pueblo de campo, creo que me dice, aunque a decir verdad no tengo, ni pienso tener, conocimiento del mismo. Me muevo en auto, en el de mi padre, que cada vez que parte hacia Mexico me pide que se lo cuide, aunque la primera vez que se fueron lo choque en la esquina de un bar saludando a unos amigos. Le rompi las dos opticas y el paragolpe. Salio mil quinientos pesos el arreglo, el seguro no pago nada. El viejo me cuenta que tiene diez hijas y por ende, unos treinta nietos. Le pregunto si recuerda todos los nombres. El viejo me responde que le da lo mismo. Nunca penso en aprender tantos nombres, hasta no sabe los nombres de cuatro de sus hijas. El colectivo se quedo a dos cuadras, eso nos cuenta un chico que pasa caminando con una bolsa del supermercado. A solo dos cuadras se ve la multitud esperando el otro colectivo. De lejos parecen una especie de tribu en asamblea, discuten, se juntan, se alejan, se insultan y vuelven a juntarse. Dos horas mas tarde la turba parece emprender el camino de vuelta a pata, el señor resignado los sigue.
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