24 feb 2010

Noticias



Martita, era tan buena, que tragedia.
(Vecina conmovida frente a las cámaras)


Martita, yo no se quien era, seguramente algo hizo para merecer semejante hachazo.
(Vecino tranquilo frente a las cámaras)


¿Quien hace y quien merece el hachazo necesario para sobrevivir?


Solo podrían decir de ella que quiso jugar el tiempo justo con los muñequitos, quitarse una a una sus inhibiciones y verse en el espejo de la mirada de su amiga, desnuda, sola.


Por mi parte, esa tarde, hacia calor y el sol caía levemente como cansando, yo camine las dos cuadras que me separaban de la casa de Sofía tranquilo, como si estuviese siendo llevado por una breve brisa de algodones. Martita era una chica normal, chapada a la antigua, con esos miriñaques en las polleras que a la larga, aburren, siempre esas cosas aburren. Es como la presencia de muchos adjetivos en los cuentos, a la larga aburren, siempre aburren. Mientras Martita era casi como todas las cosas, una delicia por la mañana, media insufrible por la tarde y por la noche, el mas completo de los aburrimientos.


Los vecinos dicen que Martita no era una chica normal, que tenía relaciones esporádicas con otras chicas de su edad y que solía frecuentar una casa de vendedores de droga.
(Periodista indignado al micrófono mientras las hojas de los árboles le rozan la cara a caer)



Alguien alguna vez vio a Martita media triste, pero eso no alcanza para tejer hipótesis. La gente dice que Martita no se mato, sino que la enveneno la madre que hacia rato que no la soportaba. Por mi parte creo que Martita ni se mato, ni la mataron, solo se esfumo, como la mitad de las cosas de esta tierra, se esfuman, como las palabras en la poesía, se esfuma, se diluyen y después nadie las busca porque saben que es vano buscarlas. Martita esa tarde, yo les puedo asegurar, no estaba triste y mucho menos cansada, esa tarde paso corriendo por la puerta de casa en dirección a lo de Sofía, y después, mucho después, cuando yo iba a lo de Sofía me entere que ahí nunca había llegado.


Si solo supieran que juego jugaba Martita en el momento en que cayo fulminada por el rayo, ustedes, televidentes, se emocionarían tanto que sentirían miedo.
(Periodista primerizo intentando conmover con ojos marrones medio llenos de lágrimas)

No les sabría decir que juego jugaba, y mucho menos que estaba haciendo, creo que de verdad eso no cambia nada en la historia. Martita se esfumo y eso es así, por mas que nadie pueda comprobarlo, por mas que a nadie le interesa comprobarlo.

Jeremías. Febrero 2009

21 feb 2010

3:30


Juan se despertó temprano. El sol entraba por una de las tres ventanas que daban al patio. Apoyo los pies en la alfombra mugrienta y corrió una de las tantas botellas de cerveza que se amontonaban debajo de la cama. Se levanto, se miro en el espejo y noto como el sol le daba en sus piernas que adquirían un aire sumamente artificial, cualquiera las hubiera confundido con dos prótesis mal pintadas. Camino hasta al armario y dudo entre un tapado largo o su buzo canguro negro con las mangas agujereadas. Cuando se decidió por el buzo, después de un lapsus donde recordó la vez que se engancho con la puerta y la manga termino rajada en dos, como si un caníbal se le hubiese colgado de la misma se dirigió a la cocina. Puso el agua para el mate, miro la mesa repleta de platos y vasos sucios, alguna que otra botella de cerveza acumulada en la mesada. Manoteo el mate, lo lleno de yerba y se fue caminando hacia la puerta mientras lo sacudía para sacarle el polvillo. En el pasillo hacia la puerta sintió los golpes secos de los pasos del otro lado, ahí en la vereda o tal vez en la puerta, golpes de alguien que anda apurado. En el pasillo los pasos se escuchan suaves, pero secos, como si simplemente golpearan la vereda. Alguien grita, alguien del otro lado intenta explicar algo que otro no entiende, de adentro todo parece comprensible. Cuando llega a la puerta, la acaricia y nada, solo siente el traspasar de los ruidos. Pega media vuelta y va por el mate.

Son las tres de la mañana y los perdí. Hará unas dos cuadras que ya no me siguen, deje atrás el ruido de los borceguís y las cadenas, deje atrás los gritos racistas de las nazis de Plaza Flores, deje atrás esos rostros que me siguen desde hace rato.

Son las tres y cuarto estoy a unas cuadras de casa. Las calles están levemente iluminadas, hay uno o dos focos por cuadra, el resto están apagados, rotos, pero con eso alcanza para iluminarlas, estas brillan por la leve llovizna que vuelve todo un poco más oscuro. Mi cara también brilla, las gotas caen suaves y ahora que camino un poco mas tranquilo porque ya no me siguen, puedo disfrutar de ellas.

Son las tres y veinte, ahí están, los mismos que me corrieron hace media hora desde Plaza Flores hasta la cuadra de Manuel. Son cinco. Dos están de negro con unas camperas de guerra con el aguilita alemana, Damián uno y Ariel el otro, iban conmigo a la escuela pero después se cambiaron, mejor así. Los otros tres los tengo de vista, están de jean y con unas camperas negras con una esvástica en el hombro. Yo los miro aprovechando que no me pueden ver, sino tendría que salir corriendo. Dos fuman, cuatro toman cerveza y uno juega a patear unas piedritas, uno juega a pegar con la cadena al paraíso de la esquina. Yo, yo los miro.

Juan se sentó en la puerta del lado de adentro, apoyo la espalda contra la chapa fría y húmeda, aun la llovizna no se había ido. Del otro lado escucho los pasos y cerro los ojos, apoyo su cabeza sobre sus rodillas y empezó a llorar, solo, donde los pasos no se escuchan, donde no hay nadie para verlo.

Jeremias Maggi.

17 feb 2010

Suena el teléfono





Suena el teléfono, no atiendo. Tres horas mas tarde suena el teléfono, no atiendo. Se quien es y se que no me importa atenderlo, ni mucho menos escuchar su voz. Acá en el sillón se esta bien, corre una brisa fresca, aunque por momentos es media intermitente, como el tubo de neon a punto de quemarse que me ilumina. La pieza tiene un aspecto medio deforme bajo la luz del tubo, yo sigo tirado en el sillón y cada tanto escucho sonar el teléfono, suena como un nene pidiendo atención, berrinche, sonidos de lata, un auto que para en la esquina, alguien grita, todo eso sucede afuera, adentro, nada, solo el tubo intermitente y el teléfono berrinche, y yo, y yo tirado en el sillón mirando el techo, que es como mirar el cielo, siempre y cuando hayan pasado las horas suficientes para confundir un techo con un cielo. Me miro las manos como en si ellas buscase un código binario que me permita transportarme por el mundo como un ser nuevo, o tal vez, como un simple sistema informático, tal vez así, no tendría que escuchar el teléfono, ni ver el tubo intermitente, y ni siquiera confundir el techo con el cielo, o el cielo con el techo, cosa que es muy diferente, aunque suene parecido. Mi medico para estos casos, que suceden una vez cada tanto, aunque últimamente se han estado dando mas seguidos, me receto Vicodrinal 200mg. una pastilla azul que hace que me prenda fuego y empiece a darme la cabeza contra la pared, creo, si mal no recuerdo, ya que hace unos cuantos meses que no la tomo, que caía desmayado a los veinte segundos de haberla ingerida, el resto era un sueño profundo que duraba unas cuantas horas. Ahora que hace un buen tiempo no la tomo me siento mucho mejor, en realidad es mejor confundir el techo con el cielo que andar dándose la cabeza como un idiota contra la pared por diez segundos. Ahora la luz se apaga, me quedo a oscuras, eternamente a oscuras. Afuera, en la esquina, creo, un auto ahora se detiene y alguien grita un nombre que no entiendo, alguien del otro lado o tal vez, simplemente al lado, le responde a los gritos, tampoco le entiendo, hace un buen tiempo que ya no entiendo en que habla la gente, no les entiendo las palabras, solo escucho distorsiones que vienen de afuera, como mucho, reconozco las frenadas de los autos. Mas tarde, mucho mas tarde, la luz vuelve a su estado normal, la oscuridad ya paso, la intermitencia vuelve y ahora suena el teléfono. Suena el teléfono y no atiendo, mejor es así, eso lo se, mejor es así.


J Febrero 2010

16 feb 2010

Los Neopunkisamurai



Y Alguien se le ocurrió eso de escribir con las manos, y yo miro por la ventana, como si la ventana reflejase mi cara y esta fuese la mismísimo Cristo, muevo mis manos, señalando el cielo, aunque arriba mío el único cielo posible es un cielorraso lleno de humedad y con un aspecto mas de Infierno que de Paraíso. Me paro, camino tres pasos y me vuelvo decidido a ver mi cara reflejada en el vidrio, pero esta vez nada. Del otro lado un pájaro picotea la enredadera en busca de semillas, o tal vez, bichitos mujeriegos. Yo lo miro y ahora el se da vuelta, picotea el suelo, levanta la cara electrizadamente y me mira, se queda un buen rato mirando y yo pienso, si fuese Cristo a este idiota lo fulmino, y nada ni un rayo, ni se abre la tierra, ni estalla el vidrio, ni nada, el pájaro se va como si nada y yo, ahora si, veo mi cara reflejarse en un vidrio y esos ojos de idiota rebotando contra el mismo. Ahora si camino los tres pasos de nuevo, me detengo miro para los dos costados y vuelvo a caminar otros tres, nuevamente el mismo movimiento y camino otros tres, ahí me arrodillo, me persigno, inspiro y grito, con todas mis fuerzas, pájaro de mierda si fuese Cristo te reventaría, y ahí sigue, aunque se que lo mejor es no seguir, estoy aquí rodeado de los traidores, solo falta el vegetal fuego de hielo y el Judas en la boca del dominio del placer. Ahora me siento preparado para seguir, para esquivar la mirada insulsa de ese pájaro. Camino tres pasos más y pienso en lo sacrificado que es ser un samurái en plena decadencia, una especie de Neopunksamurai decadente, o algo así, o al menos, así lo pintaba un documental que vi el otro día. Era sobre los samurái en época de decadencia que es como pensar al papa en estos días, medio fofo cogiéndose a monjas los días impares y a pendejos los pares. Ahora si me paro en la puerta de calle preparado para afrontar todos esos pájaros con su cogotes semiduros y sus ojos putrefactos que rebotan mi cara, ahora si. Camino tres pasos mas y siento el aire que me envuelve, un gusto a mierda de pájaro y con el, un bullicio de aburrido de estúpidos gorriones. Los miro, son como cuatro, cinco, no son seis, uno estaba enterrado en la tierra, se están dando un baño de tierra hasta que me ven y se quedan duros, mas duros que de costumbre. Yo camino un paso, amago que camino otro y vuelvo para atrás, pero ni eso los desorienta, me paro y los miro, todos nos miramos entre todos, la turba de gorriones de un lado y yo, del otro, como un neopunkisamurai de esos que andaban con el pelo rapado y pienso, si fuese un neopunkisamurai saco una metralleta y los mato a todos, no dejo ni un puto gorrión.


14 feb 2010

Barrio Chino





La primera que paso por mi hacha fue Marita, una chica simpática pero con un horrendo olor a pata. La hice sentar en la mesita para que mirara la colección de juguetitos raros que tenia mi papa. Entretanto yo fui hasta el placar y agarre el hacha. Todavía recuerdo esa sensación hermosa de sentir las manos fríos y heladas en la empuñadura de la misma, después me acerque despacio y le partí la cabeza en dos.

Los muñequitos eran todos del Barrio Chino. Una vez al mes o una vez cada dos meses como mucho, mi viejo salía caminando tranquilo con su mochilita al hombro. Y mas tarde, tarde bien tarde cuando ya casi no había sol el llegaba y todos nos juntábamos alrededor de la mesa a ver los juguetitos nuevos. Yo y mi hermana nos quedábamos mirando hasta bien entrada la noche.

La noche que murió Marita yo me quede jugando con los juguetitos ahí al lado del cadáver. Jugué hasta bien entrada la noche.

Jeremías Maggi – Febrero 2009

10 feb 2010

Hasta los suicidios

La nueva película de Disney
se estrena el mismo día,
en la misma cadena de cines de
Paris,
Buenos Aires,
New York,
Frankfurt.


Incluso, tal vez, el mismo libro de
Roth se estrene,
traducido por Mondadori
y algún que otro grupo editorial
de algún país:


bajo las mismas condiciones,
para los mismos miserables,
por los mismos laboratorios,
bajo las mismas pautas,
en las mismas hojas.

Hasta los suicidios ya son iguales.


Que trágico.

8 feb 2010

La nueva moda

Vestida con el pantaloncito a
la moda
el mismo que venden en New York
Bombay
DF
Madrid
Paris
Londres
San Pablo
Santiago


Vestida con la blusita a
la moda
la misma que venden en New York
Bombay
DF
Madrid
Paris
Londres
San Pablo
Buenos Aires
Santiago


Desnuda por dentro
lo mismo que sienten las niñas en New York
Bombay
DF
Madrid
Paris
Londres
San Pablo
Buenos Aires
Santiago


Vestida sin sueños las revistas de
la moda
tomando Coca-cola Light
para no engordar
comiendo la misma dieta que las
mata
poco a poco


Comiend
comien
comie
comi
com
co
C


las mismas aguas que envenenan
sus días.

7 feb 2010

Pex





Parezco uno de esos peces
que viven en las profundidades
parezco uno de esos bichos
blanquecinos y ciegos
mirando la nada
la oscuridad perpetua
de fondo la voz del Dr. Ly
que me dice
que me ordena
que prosiga
que acometa
que cumpla mis deberes
parezco uno de esos peces
de mirada perpetua
sucia y vacía
blanquecina y ciega
parezco un pez transparente
acurrucado en el vacío de mi vista
y de fondo
la voz del Dr. Ly que me llama
a seguir mis tareas
el Dr. Ly
como un buzo de profundidad
guiándome en la oscuridad