16 feb 2010

Los Neopunkisamurai



Y Alguien se le ocurrió eso de escribir con las manos, y yo miro por la ventana, como si la ventana reflejase mi cara y esta fuese la mismísimo Cristo, muevo mis manos, señalando el cielo, aunque arriba mío el único cielo posible es un cielorraso lleno de humedad y con un aspecto mas de Infierno que de Paraíso. Me paro, camino tres pasos y me vuelvo decidido a ver mi cara reflejada en el vidrio, pero esta vez nada. Del otro lado un pájaro picotea la enredadera en busca de semillas, o tal vez, bichitos mujeriegos. Yo lo miro y ahora el se da vuelta, picotea el suelo, levanta la cara electrizadamente y me mira, se queda un buen rato mirando y yo pienso, si fuese Cristo a este idiota lo fulmino, y nada ni un rayo, ni se abre la tierra, ni estalla el vidrio, ni nada, el pájaro se va como si nada y yo, ahora si, veo mi cara reflejarse en un vidrio y esos ojos de idiota rebotando contra el mismo. Ahora si camino los tres pasos de nuevo, me detengo miro para los dos costados y vuelvo a caminar otros tres, nuevamente el mismo movimiento y camino otros tres, ahí me arrodillo, me persigno, inspiro y grito, con todas mis fuerzas, pájaro de mierda si fuese Cristo te reventaría, y ahí sigue, aunque se que lo mejor es no seguir, estoy aquí rodeado de los traidores, solo falta el vegetal fuego de hielo y el Judas en la boca del dominio del placer. Ahora me siento preparado para seguir, para esquivar la mirada insulsa de ese pájaro. Camino tres pasos más y pienso en lo sacrificado que es ser un samurái en plena decadencia, una especie de Neopunksamurai decadente, o algo así, o al menos, así lo pintaba un documental que vi el otro día. Era sobre los samurái en época de decadencia que es como pensar al papa en estos días, medio fofo cogiéndose a monjas los días impares y a pendejos los pares. Ahora si me paro en la puerta de calle preparado para afrontar todos esos pájaros con su cogotes semiduros y sus ojos putrefactos que rebotan mi cara, ahora si. Camino tres pasos mas y siento el aire que me envuelve, un gusto a mierda de pájaro y con el, un bullicio de aburrido de estúpidos gorriones. Los miro, son como cuatro, cinco, no son seis, uno estaba enterrado en la tierra, se están dando un baño de tierra hasta que me ven y se quedan duros, mas duros que de costumbre. Yo camino un paso, amago que camino otro y vuelvo para atrás, pero ni eso los desorienta, me paro y los miro, todos nos miramos entre todos, la turba de gorriones de un lado y yo, del otro, como un neopunkisamurai de esos que andaban con el pelo rapado y pienso, si fuese un neopunkisamurai saco una metralleta y los mato a todos, no dejo ni un puto gorrión.


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